Alrededor del aborto, existen experiencias profundamente personales: la búsqueda de un bebé que no termina de llegar, un embarazo cuyo producto pudiera tener incompatibilidades con la vida, una familia que rechaza la acción, profesionales de salud que humillan y estigmatizan al atenderte, dolores físicos y emocionales que nadie comprenderá al cien por ciento.
Sin embargo, Hablemos de Aborto. Aquí, seis mujeres, seis historias.
“Hay que respetar las decisiones de las personas, siempre y cuando estén basadas en la conciencia y la responsabilidad”
Celeida – 43 años de edad.
2020
Luego de 2 hijos, un niño de 7 años de edad y una niña de 5, Celeida queda en estado sin buscarlo. Este embarazo ocurre luego de tres meses de haber iniciado un agresivo tratamiento contra la acné. A finales de 2020, teniendo 8 semanas de gestación, accede a servicios de interrupción legal del embarazo.
“Estuve sometida a un tratamiento dermatológico para el acné en mi cara. Me recetaron un medicamento que estaba contraindicado en caso de embarazo; sin embargo, la dermatóloga que me atendió no me hizo exámenes previos hormonales ni me dio mayor detalle del medicamento. Sólo se limitó a decirme que no lo podía tomar si estaba buscando de salir embarazada. A lo que respondí que no y confirmé estar tomando anticonceptivos”, explica.
Tras las ausencia de menstruación y confirmación del embarazo, la ginecóloga le advirtió de los posibles efectos que el medicamento -que ya había tomado más de dos meses- habría ya podido tener sobre su bebé. Luego de explicarle de la existencia del aborto terapéutico y de su posición personal de rechazo al aborto, la ginecóloga la refirió al Hospital Santo Tomás.
“Con esa primera ginecóloga no me vi más. Sentí que no quiso atender mi caso y sólo se limitó a decirme que fuera al Santo Tomás, donde gracias a Dios encontré a una doctora que supo escucharme y guiarme en el proceso, porque no sabía cómo hacer ni a quien dirigirme”, cuenta.
Aquí comenzó su odisea, influenciada – según expresa- por la burocracia que la misma pandemia trajo consigo. Luego de subir y bajar escaleras y una férrea lucha con el médico dermatólogo para lograr contar con un informe de su diagnóstico, presenta su solicitud de interrupción legal de embarazada, la cual fue aprobado en un plazo de una semana.
“Una vez que el MINSA autorizó la interrupción del embarazo, me citaron para un día jueves para hacerme el procedimiento y salir el mismo día; sin embargo, el mismo no se realizó hasta el sábado. El trato en Urgencias no fue el mejor, ni el más empático. La ginecóloga que estaba de guardia ese día, fue brusca conmigo al momento de hacerme el ultrasonido, con una actitud poco empática con la situación física pero sobre todo emocional por la que uno está pasando”, dice.
“Cuando estaba ya en quirófano y recuperación, el trato cambió. Recuerdo con cariño a algunas de las enfermeras que fueron realmente lindas, amables y cuidaban de todas las que estábamos ahí, en la sala”, añade.
Para Celeida, los principales obstáculos para el acceso al aborto legal es el desconocimiento y la burocracia del proceso, lo que se resuelve con solo contar con alguien que te oriente.
“Nunca estuve ni en contra ni a favor del aborto. Siempre pensé que era una decisión muy personal de cada quién. Creo sí debe ser despenalizado. Es una decisión personal pero también entiendo que no es proceso al que deba someterse una mujer simplemente porque quiere o porque fue irresponsable», dice.
«Para los embarazos no deseados o de alto riesgo debe haber también una campaña de concientización para que tanto mujeres como hombres se cuiden como debe ser y para que no tengan que recurrir al aborto . Pero si es una situación desafortunada como una violación o un embarazo que pone en riesgo la vida de la mujer o el desarrollo del feto o del bebé se debe considerar y respetar que la mujer pueda decidir sobre su cuerpo», agrega.
“La interrupción nos dio una nueva oportunidad. Teníamos que hacer lo que se debía para lograr un embarazo sano”
Josefina – 41 años de edad.
2020
En junio de 2006, Josefina debió someterse a un proceso e interrupción legal del embarazo, una gestación que le había costado lograr luego de dos años de tratamientos.
“Con esa pérdida se desvanecía el sueño que mi esposo y yo teníamos de tener un bebé. Nos había costado tanto y con apenas 11 semanas, nos dijeron que el embarazo no prosperaría. Su desarrollo no era normal y era retrasado. Al parecer mis problemas de salud no sólo me impedían quedar en estado, sino también que ese embarazo llegara a feliz término”, explica.
Comenta que la doctora que les atendía conversó claramente con ella y su esposo sobre las opciones que tenían y lo que podían lograr a futuro. «Me costó entender. Pero la Interrupción nos dió una nueva oportunidad de ser papás. Teníamos que hacer lo que debía para lograr un embarazo sano».
«Desconocía sobre las leyes en Panamá, por lo que nos dejamos orientar por el médico y con su apoyo pudo realizarse el procedimiento de forma legal y segura», añade.
Josefina asegura haber tenido suerte. Conseguirse un médico que la orientara y a la vez, la camaradería de la mayoría de sus compañeros de trabajo. También cuenta que en sus conversaciones se dio cuenta de que algunos de ellos desconcían este tipo de acciones y como podían realizarse bajo el marco legal del país. No deja de comentar que algunos se mantuvieran apáticos, como si ella hubiera hecho algo malo o indebido.
«Hoy, después de 14 años, no recuerdo el trato específico que me dieron. Sólo recuerdo que llegué al hospital, que me durmieron y me hicieron lo que debían hacer. Hoy estoy bien y disfrutando de mis hijos», cuenta.
Comparte también que desde que era una niña, su abuela le decía que no podía hablarse de aborto, que «era pecado y Dios castigaba lo que de la boca salía». Por lo que no era un tema que trataran en su casa. Sin embargo, hoy cree que debe hablarse porque el aborto es algo que simplemente pasa.
“Me deprimí. No quise salir casa. No tenía con quien hablar”
Esperanza – 37 años de edad.
2020
“No recuerdo fecha exacta. Pero fue en septiembre de 2003. Durante un ultrasonido, mi médico detectó que mi bebé tenía su cerebro mal formado. Tenía algo que creo que se llama anegesia. En ese momento me explicaron qué era y que ese daño neurológico podría hacer que mi hijo no tuviera precisamente una vida de normal. Pero nada más”.
Después de 10 años de su pérdida, esta mujer de 37 años llora una vez más y nos cuenta que fueron semanas de angustia y de dudas, un escenario que la llevó a buscar información por otros medios como lo fue la Internet.
“Pensaba mucho en eso de que ‘no tendría una vida normal’. Me puse a buscar información y descubrí que la situación podía ser peor. Leí algunos textos en Google que decían que podía ser vegetal. Me deprimí. No quise salir de casa. No tenía con quién hablar porque era soltera. Pasaron por lo menos 3 o 4 semanas más y sin saber de dónde saque fuerzas, quise ver otro doctor”.
Según su testimonio, ese doctor hizo el mismo diagnóstico: sin embargo, sí le explicó su posibilidades, pero sobre todo las posibilidades que su bebé tendría en caso de nacer.
Esperanza tenía ya 19 semanas cuando, armada de valor como ella misma lo describe, llamó a su doctor y pidió ayuda. Ella solicitó el aborto terapéutico.
“Los principales obstáculos fueron mis pensamientos. Tomar una decisión es muy difícil. Po otro lado, me sentí juzgada cuando se lo explique a mi familia. Hoy algunos no me hablan. No sé si las cosas hubieran sido diferentes si el primer médico me hubiera explicado mejor. Lo que si sé es que debió hacerlo. Los médicos tienen ese deber. Es su trabajo”, expresa.
A su juicio, para un mejor acceso a servicios legales de aborto hace falta más educación. Todos y sobre todo los médicos, deben poder explicarte cuándo necesitas o cuándo pueden hacerte un aborto.
Respecto a los derechos, “creo que existen, como muchas cosas. Pero no se conocen y eso es peor a que no existan y si no sabes qué existen es porque alguien no quiere que lo sepas y eso es malo”.
Esperanza asegura que después de su aborto, su percepción cambió. Si bien sigue en desacuerdo respecto al aborto, acepta y entiende que es una opción que tiene hoy las mujeres cuya vida peligra o la de sus hijos; pero sobre todo entiende que es una decisión personal.
“El aborto no es algo que se disfruta ni que se busca, sino que es la última vía por la cual nadie quiere pasar”
Elda – 24 años de edad
2020
Elda, de 24 años de edad, se sometió a un aborto terapéutico a las 16 semanas de gestación, luego de que se confirmará que el producto era anencefálico.
Accedió a servicios de interrupción de aborto luego de la sugerencia de su médico ginecólogo, con quien se atendía en la práctica privada.
“Accedí por sugerencia del doctor, quien luego del ultrasonido y por el resultado me refirió al hospital de urgencia, donde me explicaron a profundidad cuál era la malformación de mi bebé y las nulas posibilidades que tenía de vivir. Fue una decisión difícil, ya que había luchado más de un año por lograr un embarazo y ahora tenía que tomar ese medio pero acepté”.
Sólo una semana había pasado entre la presentación de la solicitud y la aprobación del procedimiento. Elda se presentó el día que le indicaron y aunque expresa que durante la estadía los doctores le trataron de manera aceptable, hubo una doctora“que me atendió lo hizo bruscamente y de manera sarcástica me decía las cosas. Solo la vi una vez, afortunadamente. El resto, diría que normal. Mi pareja me comprendió y mis padres, al ser conservadores no lo tomaron tan bien pero luego aceptaron a duras penas mi condición. Más nadie sabe sobre ello, hasta ahora».
Respecto al acceso a los derechos sexuales y reproductivos, incluyendo al aborto, Elda considera que debería haber un poco más de accesibilidad, incluyendo un cambio en las leyes. “Las personas creen erróneamente que cuando se apruebe una nueva ley de aborto, las gestantes lo harán en su mayoría cuando no será así”.
Precisa también la falta de empatía y conocimiento por parte del personal, que lleva a malos tratos hacia las madres por parte de médicos y enfermeras.
“Estoy de acuerdo con el aborto. Creo que es un derecho y una decisión personal. Eso significa que soy una persona que entiende que el aborto no es algo que se disfruta ni que se busca, sino que es la última vía por la cual nadie quiere pasar”, indica.
“Siempre he pensado que ninguna mujer quiere pasar por ese proceso, independientemente de la causa; pero hay que tomar la decisión”
Alejandra – 33 años de edad
2016
Un diagnóstico de anencefalia marcó la ruta a seguir por parte de Alejandra, hasta la interrupción legal del embarazo, a las 16 semanas.
Su médico ginecólogo hizo la observación e inmediatamente le informó sobre las posibilidades que tenía de acceder a aborto legal y seguro, dada la condición de incompatibilidad con la vida que su bebé ya presentaba.
Colectó sus documentos e hizo la solicitud. A la semana siguiente, estaba aprobada. Destaca el trato de una médico, quien se expresó en tono de cuestionamiento mientras le atendía en la urgencia del hospital, misma actitud que tuvieron en su casa.
“Creo que falta mucho por hacer antes de hablar de aborto y de derechos en Panamá. Debe respetarse la decisión de la mujer en cuanto a muchos temas. Por ejemplo, cuando la mujer solicite una ligadura de trompas u otro método anticonceptivo, ya que siempre hay muchos obstáculos para obtener el acceso. También hace falta un mejor trato en los hospitales. Pude ver malos tratos de las enfermeras hacia las madres”, comenta.
Alejandra está a favor del aborto. “Siempre he pensado que ninguna mujer quiere pasar por ese proceso, independientemente de la causa; pero hay que tomar la decisión”.
“Hacerse uno un aborto está mal, pero (…) entiendo que es como un tratamiento para que podamos sobrevivir y no pasemos por lo horrible que es que un hijo se muera»
Carolina – 37 años de edad
2016